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Persevere con fe en Dios

Luche por sus proyectos

09/01/2018

Por: Obispo Amaury de Farias


Persevere con fe en Dios
FOTOGRAFÍA:

Para ser salvos, tenemos que aborrecernos a nosotros mismos. El precio de la salvación, para nosotros, es insoportable. Para todo en la vida, tenemos que pagar el precio. Y el precio del reino de los cielos es caro. Por eso, somos recomendados a perseverar en la fe, a resistir mientras pagamos el precio. La felicidad exige que paguemos el precio. Aquellos que están aborrecidos con nosotros es apenas uno de los pocos factores. En un casamiento, por ejemplo, usted solamente es feliz si cumple sus responsabilidades, si cuida de la persona que esté con usted y agradar, si cumple con su parte. Para aquellos que luchan por la salud, saben que un cuerpo ejercitado exige ejercicios y que los alimentos sean controlados. Para conquistar algo, es preciso invertir, depositar su fuerza de voluntad, su fe y persistir. Por eso es necesario estar convencido, firme en sus proyectos, tener algo definido, no ser apenas una aventura. Dios trabaja sobre nuestra fe y en los deseos de nuestros corazones, entonces es necesario que exista un proyecto, para que Dios trabaje sobre este. Lo que nos sustentará es la fe, la determinación. Cuando Jesús le pide agua a la mujer samaritana y esta la niega, ella sabia que Dios era mayor que todo y que era capaz de oír su fe. El Señor Jesús dice para ella que no podía dar a los perros lo que era destinado a los hijos. Él se estaba refiriendo a los hijos de la promesa, que aun eran, antes del rechazo, los descendientes directos, consanguíneos, de Abrahán. Esos mismos hijos, después del sacrificio de Cristo, creyeron en Dios y se convirtieron en sus hijos, lo que también nos incluye. Entonces los hijos que Jesús quiere atender hoy somos nosotros. Dios quiere bendecir nuestras vidas arriba de cualquier situación, independiente de cualquier adversidad. Aquella mujer expresó su fe y la fidelidad a su propósito, al responder que hasta los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. Cuán grande fue la fe de aquella mujer, que elevó a Cristo como señor, colocándose con humildad, ante la presencia de Dios.

Ella insistió, como un proyecto, determinada por la fe. Pagó el precio de la humildad al colocarse como un animalito a los pies del grandioso Dios en una respuesta directa y, con cariño de parte de Dios, recibió lo que su fe concebió..

Así debe ser con nosotros. Aunque parezca que la situación es contraria, tenemos que agarrarnos a nuestra fe, reconocer a Dios como único grandioso, perseverar en nuestros deseos, en nuestro proyecto, para que Dios pueda atendernos. Si la migaja ya resuelve en nuestras vidas, imagina el pan que viene de los cielos! Y el mismo Jesús dijo que ningún padre niega el pan a sus hijos. Dios es nuestro padre, iglesia, coloca su proyecto en las manos del Señor, persevere, aférrese a su fe y pague el precio, aunque él exija su momentánea dificultad, porque Dios es quien nos da la solución y nos ayuda a superar cualquier dificultad .

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(Juan 1:4)
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