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Dios da y realiza sus sueños

Invierta en su relación con Dios, porque solamente Él puede interpretar y realizar sus sueños

22/11/2017

Por: Apóstol Valdemiro Santiago


Dios da y realiza sus sueños
FOTOGRAFÍA: Eduardo Pinto

El milagro fue hecho para aquel que sueña. Génesis 41.1 nos habla sobre como Dios atiende y contesta a aquellos que sueñan. Yo nunca voy a dejar de soñar, ni dejar que aquel que esté cerca de mí deje de soñar también. Dios conoce a los soñadores y conoce sus sueños y sus sueños no son propiamente suyos. Dios le da sus sueños y usted los concibe. Todo sueño viene de Dios. Los deseos y los proyectos, los anhelos y designios, nos son dados por Dios. Es que, cuando reflexionamos, ellos son tan difíciles e improbables, que si pensamos en ellos, lo veremos como imposibles, mas Dios es quien nos da lo que soñamos. Lo que impide la realización de un proyecto de un soñador es la ignorancia, el hecho de no saber que fue Dios quien colocó en su corazón. Iglesia, lo que usted anhela, Dios se lo dio. Él es quien efectúa en nosotros tanto el sueño como la realización del mismo. José soñaba y, curiosamente, toda la familia de él era cristiana, pero los sueños mayores eran de él y, mismo en una familia de creyentes, había envidia, vanidad y deseo de frustrar los sueños unos de los otros. Las peores tristezas que ya tuve en mi vida fueron por causa de cristianos, de hermanos. Así como ocurrió con José. No es fácil vivir sin los padres, sin los hermanos, sin la familia. Sé sobre eso porque ya lo viví. Y José tuvo que crecer sin ellos. Los propios hermanos juzgaron a José, por ser un soñador, porque José decidió contar sus sueños y por eso su vida se quedó bien difícil.

Sabía que una buena parte de las personas en el mundo desean que los soñadores mueran. En el caso de José, eso fue un poco más pesado, porque los propios hermanos de él deseaban eso. Ellos lo agarraron y transformaron al soñador en un esclavo, en un objeto, en un animal.

Imagínese la cabeza del pequeño José, que creció oyendo a su padre hablar del Dios de Abrahán, su bisabuelo, crecido con fe en Dios, de repente, dentro de una carroza, amarrado, siendo llevado como esclavo. Cuando percibió, los compradores que hicieron la adquisición eran sus primos, los ismaelitas, descendientes de Ismael. Lo que fue hecho a José, era una buena oportunidad para Satanás sugerir a José que soñar era malo y que, mientras los hermanos que no soñaban volvían para casa, él era conducido para ser esclavo. En Egipto, fue acusado de un crimen que no cometió y lanzado a la prisión sin abogados, sin familia, sin defensa, sin ayuda, sin condiciones para probar su inocencia, arrojado a la prisión como un criminal para morir. Mas él llevaba con él lo que nosotros tenemos siempre que llevar con nosotros, que es Dios quien da los sueños y los realiza. Dios no depende de circunstancias. Si Dios participa de sus sueños ni Valdemiro ni nadie podrá quitarle o impedir que sus sueños sean realizados. José sabía que era imposible cambiar esa situación y salir de la prisión, pero él continuaba soñando. Y aun más, comenzó a interpretar los sueños. Quien también soñó un día fue el faraón, fue una especie de pesadilla. Sepa que, para aquel que sueña nada puede impedir su sueño, pero quien no sueña, no aprovecha la vida. José estaba allá cuando el faraón tuvo los sueños . Él no soñaba por acaso, él sabía reclinar la cabeza en las piernas del padre y escuchar sobre Dios. En la cárcel, José oraba, mientras muchos de nosotros desistimos y paramos. Lo que motiva a las personas a orar es ver la posibilidad, la esperanza. Pues yo le digo, cuanto mayor es la imposibilidad, más usted debe orar. Cuanto más imposible sea, más usted debe esperar en Dios. El sujeto estaba en la prisión, joven, un buen tiempo preso, pero no dejó de soñar, de creer y de servir al Dios vivo, ni de ser sincero. El copero y el panadero soñaban, contaron sus historias y José les dijo la verdad. Uno de ellos murió, el otro salió, como ambos habían soñado. El copero salió de la prisión tres días después y, aparentemente, se olvidó de José al volver a la presencia del Faraón. José esperaba que el copero se acordase de él, mas él se olvidó. Todos pueden olvidarse de usted, hasta sus padres, mas Dios no se olvida de un soñador. El Faraón, un sujeto idolatra, soñó y precisó de alguien que interpretara su sueño. Las personas podrían haberse olvidado, pero Dios no se olvidó de José. Angustiado, el Faraón primero llamó a los magos y sabios del Egipto. Ninguno de ellos pudo interpretar los sueños del faraón, porque venían de Dios. Intelectuales, científicos y sabios no pueden interpretar por no tener el Espíritu de Dios, solamente quien tiene el Espíritu de Dios puede hablar de sueños para usted. El faraón se quedó triste porque nadie consiguió responder, porque todos eran remunerados por el gobierno del faraón. Las grandes respuestas para los grandes proyectos, solamente Dios puede darlo. Viendo eso, Dios hizo que el copero se acordase de José y éste fue traído ante la presencia del faraón. Nadie defendió a José. De alguien que recibía todo de los padres, fue a parar a la cárcel, pagando por un crimen que no cometió, pero no perdió de vista al Señor de los Ejércitos, porque solamente Dios es quien puede socorrer. El faraón le contó a José sobre sus sueños, y éste le dijo que fue Dios quien le dio los sueños , como una alerta de lo que sucedería en Egipto. Contó sobre los siete años de prosperidad y los siete años de sequía, seguidos de la lección de que era necesario acumular veinte por ciento, un quinto, de todo aquello que era producido en los primeros siete años. Después, aconsejó al faraón que escogiera a alguien sabio, idóneo y con experiencia, para la tarea. Reunido con todos sus hombres, nadie tuvo el coraje de querer asumir ese puesto porque tenían miedo que algo saliera mal. Pues el faraón nombró a José y él fue colocado sobre todos en Egipto. Para todos aquellos que sueñan, llegará el momento en que su sueño se realizará. Después de la orden del faraón, era la oportunidad que José tenia para poder vengarse, pero quien sueña con Dios no se venga de nadie. Dios entró de tal manera en la vida de José que hizo que él se olvidara de todo aquello que había pasado. José fue electo gobernador de la mayor nación de su tiempo porque nuca dejó de soñar. Sepa que los sueños son de Dios y los sueños de Dios son mayores que cualquier sueño humano nuestro. Él va más allá de todo lo que podemos ver y hace o que no podemos hacer, cumpliendo sus planes en nuestras vidas, se así lo permitimos. Sus sueños, Dios ya preparó la realización para usted.

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