PALABRAS

Dios nos oye debido a la promesa, para la gloria de Su nombre

La sangre de Jesús confirma la alianza entre nosotros y el Dios Padre

22/09/2017

Por: Apostle Valdemiro Santiago

En Éxodo 2.23, nos cuenta que murió el rey de Egipto. Aquel faraón era destacado porque él fue una excepción y le gustaba el pueblo hebreo, los ayudaba. Las personas son diferentes, en nuestra vida, hay muchas personas que pasan por nosotros, pero existen aquellos que confiamos y dependemos más, lo que es un error, puesto que todo el mundo muere. Aquel pueblo pasó a depender del faraón y a elegirlo en primer plano, como su Dios. Eso no agrada a Dios. Cualquier cosa que usted haga una prioridad en lugar de Dios, lo dejará a Él molesto. Él debe estar por arriba de todo lo más querido y de los más íntimos, Él precisa ser el tesoro, la riqueza, el bien mayor, de nuestras vidas. Dios nos responde no es porque lo merecemos, sino porque Él estableció que, cuando clamamos a Él con fe, Él responde, independiente de la situación o dificultad. Existe una alianza pre establecida y Dios nos oye, como oyó a aquel pueblo, debido a ella. Dios prometió a Abrahán, por su fe, que bendeciría a todas las familias de la tierra. Millares de años después , Jesús vivo a la tierra y tuvo un encuentro con Zaqueo, un ladrón político. Las bendiciones son para los hijos de Abrahán y llegan por la promesa. Por eso Jesús escuchó a Zaqueo y, cuando él se arrepintió., Jesús dijo que la salvación le había llegado .

Usted precisa probarle a Dios que es pariente de Abrahán , Isaac y Jacob, por la fe. Dios llamó al pueblo de “ tercos”, como mulas . El pueblo de Dios no se doblaba ni reconocía su error y su dependencia y así es con todos aquellos que actúan de la misma manera. Dios no tenía motivos para bendecir a aquel pueblo, pero se recordó de la promesa que le había hecho a Abrahán, a Isaac y a Jacob.

Dios bendijo al pueblo a través de Abrahán porque él creyó contra la esperanza. Abrahán creyó sin ver los milagros o señales. Jesús dijo que los discípulos fueron privilegiados por lo que oyeron y vieron. Y mismo con tantas señales, muchos dudaron y se resistieron. Abrahán no veía los milagros ni recibía instrucciones directas de Dios; pero atendió cuando Dios pidió a su hijo como sacrificio. Quienes deciden si seremos descendientes o no de Abrahán somos nosotros, por la fe. Por causa de Abrahán, Dios asumió el compromiso de atender a todos aquellos que Le clamaron con fe. Dios sacó aquel pueblo de la esclavitud y les dio la mejor tierra del mundo. Precisaron después de dos hombres para levantar los racimos de uvas. Aquellos que sirvieron a Dios y clamaron entraron en la tierra prometida. Hoy, quien decide si entrar o no es usted y, si usted clama, Él Lo escuchará. La alianza hecha con Abrahán y sus descendientes fue con la sangre de los animales, pero la alianza con nosotros fue hecha con la sangre del Cordero de Dios inmaculado, el propio hijo de Dios y Él jamás fallará, por eso suceden los milagros. Y todos esos milagros no son para glorificarnos a nosotros y sí para glorificar el nombre de Dios. Es sobre esa alianza que Jesús dijo que todo lo que pidamos a Dios, en Su nombre, recibiremos, para que Dios sea glorificado. La razón del milagro es glorificar al Padre. Sepa que, Dios está interesado en hacer el milagro en su vida.