PALABRAS

Derrame su alma delante de Dios

El Señor exalta a los pequeños y a los humillados que claman por Él

02/05/2017

Por: Obispo Roberto Santana

La materia de: Victor Correa

Ana lloraba amargamente en 1 Samuel 1.9, porque ella no podía tener hijos. En aquella época, la mujer que no le diera hijos a su esposo era motivo de vergüenza y de burlas y Ana vivía eso, humillaciones por ser estéril. También en aquellos días, el hombre podía tener más de una mujer. El esposo de ella tenia otra mujer que sí podía darle hijos y, por ese motivo ella la humillaba. Pero Ana todos los días subía al templo con la finalidad de hablar con Dios.

Yo me imagino que deseos no le faltaron a Ana para abandonarlo todo, desistir, desanimarse, pero ella pasaba los días orando a Dios. El llanto de Ana era como un dolor en su alma, amargura, angustia. Tal vez algunos de nosotros, como Ana, lloremos en una situación igual. Ella fue humillada por su rival, pero creo que lo peor vino cuando el sacerdote la imaginó ebria.

Aquel día fue el más fuerte de Ana, su alma lloraba mucho, su espíritu estaba angustiado y ella derramaba el alma de ella en el altar ,mientras el sacerdote observaba que de la boca de Ana, no salía ningún sonido. Los labios se movían , mudos, lo que hizo que el sacerdote llegara a pensar que ella estaba ebria y la regañó. Ella entonces, le respondió al sacerdote que él no sabía lo que ella estaba viviendo, los momentos difíciles que estaba pasando, mientras ella derramaba su alma en el altar. Aun así, lo hizo con respeto, tratándolo de señor y explicándose. El mismo sacerdote que Dios usó para regañarla, también la usó para decirle que su pedido fue atendido. Por eso nunca debemos ir a la iglesia preocupados o con prisa, pero debemos quedarnos tristes cuando fuera anunciado que es el momento de volver para la casa. En cuanto hoy muchos cuentan las horas para salir, Ana demoraba ante el altar y oraba con su alma. Como Ana hizo, nosotros necesitamos derramar nuestra alma para Dios, ya sea en el templo, en el baño, en el hospital, donde usted esté y pueda. Dios cambió la suerte de Ana por eso, cambiará también la suya, si es sincero. Si usted es humillado, cuando derrama su alma a Dios , sepa, que Él exaltará su alma como nunca, a tal punto que las personas que lo vean ni creerán que se trata de la misma persona. El arco de los fuertes se puede romper. Un banco, una gran empresa, aquellos que nosotros nunca imaginamos, quiebran. Igualmente, aquellos que no se imaginan que una persona pequeña, débil, un “don nadie”, se torne fuerte. Ana tuvo un hijo y él se tornó un gran hombre de Dios. Si usted tiene paciencia y espera en Dios, no murmura, no se queja, vigila, persevera, Dios atenderá su pedido y habrá cambios Cuando ellas surgen, el mundo glorifica a Dios, aunque no entiendan que ocurre, porque las cosas de Dios para el mundo son locuras. Imagino a Ana todos los días en el templo y el profeta ni cuenta se dio que ella estaba ahí, porque Dios aun no la había tocado, mientras ella suplicaba la ayuda de Dios. El día que el profeta la notó, fue el día en que Ana tocó a Dios con su alma. No fue un movimiento, fue el clamor de ella, fue derramar su alma delante de Dios. Ana prometió que daría su hijo a Dios y lo cumplió, entregó lo mejor , a su hijo, al sacerdote Eli. Ella y su esposo no lo criaron. Y ella tuvo más siete hijos. Espere en Dios, iglesia. Él es fiel.