MILAGROS

Vale la pena estar con Dios

Visitado en completa miseria, fiel es instruido a ser diezmista y Dios obró un cambio en su vida

29/09/2017

“Cuando la palabra de Dios llegó a mi, yo vivía en el medio del campo, debajo de una lona prestada, sin nada, entre las garrapatas y las cobras, en completa miseria, pidiendo un plato de comida en la puerta de la casa de los otros, desahuciado con tuberculosis, amenazado de muerte, después de haber perdido a mi esposa e hijos”, cuenta José Santana Fernandes, 56 años, residente de Ipatinga, Minas Gerais.

“Era 2008 y mi vida parecía con la de Job, cuando un obrero de la Iglesia Mundial del Poder de Dios me encontró y me preguntó si me podía hacer una visita, yo concordé y él me vino a visitar con el pastor hasta donde yo vivía en el medio del campo. Ellos oraron por mí y me preguntaron si yo era diezmista. El pastor me dio una pequeña bolsa y me dijo para que me convirtiera en diezmista. Incluso no teniendo nada, yo concordé, oré a Dios y pedí que, si esos hombres eran de Dios, que el Señor me bendijera.

Después de eso, comencé a dar el diezmo de todo lo que recibía de donación o encontraba y conseguí comenzar a vender pedazos de Sandía por un real en la feria y dar el diezmo de ese valor. Dios entró con providencia en mi vida, confirmando que este ministerio es de Él, transformando todo lo que tenía y vivía. Yo le pedía a Dios que quería tener un cuarto de ladrillos, para salir del sereno de la madrugada y hoy, tengo dos apartamentos, una cafetería, una línea de ómnibus, una casa propia, carros, funcionarios y prosperidad, con un patrimonio que pasa de un millón de reales. Dios restituyó mi salud, me curó de la tuberculosis, devolvió mi esposa y mi familia. Inspirado por los hombres que Dios trajo hacia mí, también soy obrero de este ministerio y les digo a todos: vale la pena dedicar su vida al Señor”.