MILAGROS

Cuando Dios pone la mano, la victoria es cierta

"Pedía a todos que no lloras, porque Dios es fuerte y Él me guardó para vivir"

28/07/2017

"En 2014, sufrí un accidente de coche y me quedé ciento y tres días internado", cuenta José Nilton da Silva, de 42 años, morador de Agrestina, Pernambuco. "Yo fui enviado al hospital con urgencia, golpeé la cabeza, rompí el fémur, que estalló encima, tuve problemas internos y casi perdí el intestino. Yo sobreviví por la misericordia de Dios ".

José cuenta que su esposa fue llamada al hospital cuando ya estaba internado. "Los médicos esperaron que mi cuadro clínico mejorara para llamar a mi esposa. Ella llegó y me encontró consciente, entubado, con hemorragia interna. Me trasladé del hospital a una sala llamada "Sala Roja", que recibió ese nombre a causa de la sangre de los pacientes en ella y porque pocos escapan con vida de allí. Los médicos y enfermeros decían que los casos perdidos quedaban en aquella habitación y que sólo escapaban cuando Dios pone la mano.

En aquella sala ", continúa José," todos los que conocí murieron. Pasé tres cirugías, dos de ellas para reconstruir mi fémur y una para retirar casi un metro y medio del intestino delgado que fue perforado. Mi esposa y mis hijos lloraban cuando me visitaban, mis parientes, pero a todos ellos decía que no lloras, porque Dios es fuerte y yo creí desde el principio que se sobrevivía al accidente, Dios no me dejaría morir en aquel hospital " . Sobre el altar, José abrazó al obispo Jorge Pinheiro y concluía. "Dios puso la mano. Cuando Dios pone su mano en nuestro favor, no hay nada mal que pueda ocurrir. Yo fui curado, trabajo, recibí la liberación y mi vida de vuelta, contra todo lo que la medicina consideró perdido, porque Dios es mayor que todos nosotros y todas nuestras adversidades. Agradezco mucho a Jesús ya este ministerio.